Microrelato
Confesión
Estoy convencida que lo dicho por la recepcionista era todo mentira. Pego la oreja en la puerta. ¡no puedo creerlo, finalmente, lo confesó.!
Microrelato
La carta
Al leer la carta con manos temblorosas y ojos aguarapados, percibí el agradable aroma del papel color rosa, que contrastaba con el azul de la tinta. El olor que emana del papel evoca en mí el recuerdo de los días de sol que disfrutamos en la encantadora isla tropical. Leo la carta una y otra vez, para concluir que lo escrito en ella solo puede ser una mentira para calmar los celos de su nuevo compañero.
Microrelato
Me late el corazón
Al escuchar los chirridos me puse alerta, transcurridos unos segundos que me parecieron horas, la puerta se abrió. Sentí mi corazón latir tan rápido como si se fuera a salir del pecho, coloqué mis manos sobre mi apretado estómago. Destellos de luz solar se asoman por la ventana. – ¡Te necesito! Escuchó una voz conocida, mi corazón late sin sobresaltos ni dolor en el estómago.
EN LOMO DEL CABALLO
No sabía montar a caballo, pero era osada; años atrás había ocurrido el primer episodio con estos inteligentes cuadrúpedos.
En una excursión organizada por el colegio de monjas donde estudiaba, llegamos a una hacienda grande, éramos solo niñas en edad de diversión y aventuras. Al lugar donde estábamos todas reunidas, llevaron un hermoso caballo blanco, supuse que lo hicieron para que lo montáramos, puesto que estaba ensillado. Ninguna niña se atrevía a montarlo, unas por tímidas, otras por temerosas, sin embargo hubo una audaz que se atrevió a montarlo. - ¿Se imaginan quien tuvo el valor?, acertaron, porque fui yo la valiente.
Sin pensarlo me subí al caballo, me agarre de las riendas y enseguida el caballo levanto las dos patas delanteras y la valerosa niña se convirtió en una asustadísima criatura, que gritaba a todo pulmón. Todos la rodearon, sujetaron al anima y bajaron a la jineta que temblaba como una gelatina. Transcurrieron varios años, el incidente paso al olvido y yo, me había convertido en una adolescente.
Una tarde de verano se apareció en la casa un amigo montando un caballo y traía otro sujetado a la rienda, toda emocionada decidí dar una cabalgata alrededor de la cuadra. Cabalgábamos en los dos caballos uno al lado del otro conversando tranquilamente, cuando de repente el caballo que montaba mi amigo empezó a correr en dirección hacia la avenida. Me imagine en fracciones de segundo galopando en la avenida intercomunal por donde circulaban a gran velocidad automóviles y camiones. Previendo el peligro, logre que el caballo cruzara a la derecha e inmediatamente me lance del caballo que corrió en dirección opuesta para seguir al otro. Unos vecinos al verme en el pavimento corrieron a auxiliarme, afortunadamente y gracias a Dios, solo tuve unos raspones y un fuerte golpe en la rodilla izquierda.
Llegue a la casa cojeando, donde mi familia esperaba que llegar la jineta en lomo del caballo.
EN LOMO DEL CABALLO
No sabía montar a caballo, pero era osada; años atrás había ocurrido el primer episodio con estos inteligentes cuadrúpedos.
En una excursión organizada por el colegio de monjas donde estudiaba, llegamos a una hacienda grande, éramos solo niñas en edad de diversión y aventuras. Al lugar donde estábamos todas reunidas, llevaron un hermoso caballo blanco, supuse que lo hicieron para que lo montáramos, puesto que estaba ensillado. Ninguna niña se atrevía a montarlo, unas por tímidas, otras por temerosas, sin embargo hubo una audaz que se atrevió a montarlo. - ¿Se imaginan quien tuvo el valor?, acertaron, porque fui yo la valiente.
Una tarde de verano se apareció en la casa un amigo montando un caballo y traía otro sujetado a la rienda, toda emocionada decidí dar una cabalgata alrededor de la cuadra. Cabalgábamos en los dos caballos uno al lado del otro conversando tranquilamente, cuando de repente el caballo que montaba mi amigo empezó a correr en dirección hacia la avenida. Me imagine en fracciones de segundo galopando en la avenida intercomunal por donde circulaban a gran velocidad automóviles y camiones. Previendo el peligro, logre que el caballo cruzara a la derecha e inmediatamente me lance del caballo que corrió en dirección opuesta para seguir al otro. Unos vecinos al verme en el pavimento corrieron a auxiliarme, afortunadamente y gracias a Dios, solo tuve unos raSin pensarlo me subí al caballo, me agarre de las riendas y enseguida el caballo levanto las dos patas delanteras y la valerosa niña se convirtió en una asustadísima criatura, que gritaba a todo pulmón. Todos la rodearon, sujetaron al anima y bajaron a la jineta que temblaba como una gelatina. Transcurrieron varios años, el incidente paso al olvido y yo, me había convertido en una adolescente. spones y un fuerte golpe en la rodilla izquierda.
Llegue a la casa cojeando, donde mi familia esperaba que llegar la jineta en lomo del caballo.