LAS GALLINITAS DE LA CIENAGA
Cerca de la
casa había una ciénaga de agua dulce donde se veía por temporadas diversos
tipos de aves acuáticas. Se preguntaran, que es una ciénaga. Les explico: una
ciénaga o pantano de agua dulce es un espacio de agua, como un laguito en donde
hay diversas plantas, unas sumergidas y otras que flotan sobre el agua.
Muchas
aves marinas anidan en esos pantanos, colocan sus nidos escondidos entre los
matorrales y cuando las crías crecen, regresan a sus lugares de origen. Hay otro tipo de animales que habitan en las
ciénagas como ranas, insectos y por
supuesto peces pequeños.
Este
cuento trata de una pareja de gallinitas de ciénaga, que habitaban perennemente
en el pantano. Durante la temporada de verano, quedaban prácticamente solas, acompañadas
de los pequeños peces que allí vivían. Las gallinitas o gallitos de ciénaga,
como también se les conoce, nacieron en el pantano y cuando sus padres
emigraron, prefirieron quedarse porque les gustaba mucho el lugar.
Ese pantano
era el hábitat ideal para su especie, pues había suficiente alimento, la
temperatura era agradable y además podían refugiarse entre los juncos o tules
que eran las plantas acuáticas que más abundaban en el pantano. Cuando las
gallinitas de ciénaga se hicieron adultos tuvieron sus primeros polluelos. Eran
muy hermosos, al igual que sus padres
tenían el pico rojo, el cual contrastaba con el color oscuro del cuerpo y las
patas amarillas.
Las
gallinitas de ciénaga se convirtieron en unos excelentes padres, cuidaban bien
a sus crías y los alimentaron hasta que
crecieron.
El primer
susto que pasaron las gallinitas fue la vez que vieron a un águila pescadora sobrevolando
la ciénaga, afortunadamente la gallinita macho lo vio con tiempo suficiente
para avisarle a la gallinita mamá quien rápidamente reunió a sus polluelos y se
ocultaron entre los juncos. Por eso, a las gallinitas les encantaban los
juncos, porque además de que eran unas
plantas de tallo redondo con hojas similares a las del pasto de un
hermoso color verde intenso que podían
crecer hasta unos tres metros de alto, los ocultaban de aves rapaces que
quisieran comérselos.
En otra
ocasión, llego de visita a la ciénaga un ibis. Los polluelos se asustaron porque era la primera vez que veían un ave
con el cuello largo y el pico
curvado hacia abajo. Era muy extraño. Las gallinitas de ciénaga
observaron al ibis con detenimiento y pudieron darse cuenta que estaba
sondeando el barro para obtener comida. Luego de comer, el ibis se alejó de la
ciénaga.
A medida que crecían, los polluelos iban conociendo las diferentes
especies de aves acuáticas que llegaban al pantano en busca de agua o alimento.
Vieron flamencos, garzas y espátulas rosadas, entre otras aves.
Un día la gallinita macho había ido al otro lado de la
ciénaga a buscar alimento, y la gallinita mama se había quedado con los
polluelos en la parte donde tenían su nido. Se encontraban quietecitos
descansando, luego de haber nadado un buen rato, cuando se les acerco un cuervo
que había llegado a beber un poco de agua.
Los polluelos lo miraban detenidamente, porque en nada
se parecía a las otras aves que ellos habían visto anteriormente. Tenía el pico y las
patas diferentes, pensaban que esa ave no podría nadar en el estanque.
El cuervo se dirigió a la gallinita mama preguntándole
si vivía sola. La gallinita le respondió que no estaba sola, que la gallinita
papa estaba cerca, que no tardaría en llegar. Sin embargo, la gallinita mama se
mantenía pendiente del cuervo, por si acaso este se acercaba a los polluelos.
El cuervo le hizo varias preguntas, indagando como era
la vida en la ciénaga, y hasta le aconsejo que tratara de conocer otros
pantanos o laguitos. La gallinita madre no confiaba en el cuervo, tampoco le
gustaba que la interrogara tanto.
La gallinita mama desconocía que los
cuervos son conocidos por robar y ocultar objetos brillantes como guijarros,
trozos de metal y pelotas de golf, tal vez por su parecido con huevos. En
efecto, el cuervo quería alcanzar unos trozos de metal que había divisado desde
lo alto, los cuales estaban cercanos al nido.
Cuando el cuervo empezaba a acercarse disimuladamente
al nido, llego la gallinita papa, y de manera decidida increpa al cuervo, quien
de inmediato se alejó volando.
Así transcurría la vida de las gallinitas de ciénaga,
siempre cuidando sus polluelos,
alimentándolos y enseñándoles a cuidarse de animales rapaces.