EL HUERTO DE MARICIA
Maricia era una niña muy amigable y conversadora.
Cuando empezó a ir a la escuela veía que muchas de sus compañeritas, siempre
tenían dinero para comprar golosinas en la cantina escolar. Ella, por el
contrario llevaba su lonchera, en la cual guardaba un emparedado y una fruta.
El desayuno era bien balanceado y nutritivo, pero ella suspiraba y deseaba
tener, como comprar golosinas.
Cada día se repetía la historia, y Maricia anhelaba
disponer de unas moneditas con que comprar lo que le provocara. Se lo comenta a
su amiguita Indira, quien le sugiere buscar la manera de ganar dinero. Entre las
dos empiezan a pensar como generar ingresos. Lo primero que se les ocurrió fue
vender limonada, pero se preguntaron: ¿dónde la prepararían? , ya que vivían
muy lejos una de la otra. Además se preguntaron: ¿dónde la venderían?, ¿la
podrían vender en la escuela?, ¿cómo la transportarían hasta allá?.
Después de tanto pensar y discutir entre las dos,
decidieron que debían buscar otra forma de ganar dinero. Así pasaron varias
semanas, hasta que un día Indira fue a la casa de Maricia para hacer una tarea
conjunta.
Indira no conocía la casa de Maricia y quedo gratamente
sorprendida con el patio de la casa, pues había muchas plantas y animalitos domésticos.
Había una jaula grande con aves diversas, dos perritos y hasta patos. Indira le
dice – Maricia, podemos vender los pichones de pajaritos. Maricia, se ríe y le
responde –Indira, esos pájaros son de mi papa, él no me dejaría venderlos,
además tendríamos que esperar mucho tiempo para que saquen pichones, lo cual
tampoco es seguro que ocurra.
Esa noche, Maricia se acostó pensando y pensando, de
repente se le ocurrió una gran idea. Esa tarde que Indira la visito, observo
que las plantas de pimentón que su papa había
sembrado, ya empezaban a dar
pimentoncitos. Esperó varios días que estuvieran de buen tamaño. Cuando
estuvieron listos, los empacó en bolsitas y fue
de casa en casa para vendérselos a los vecinos.
Asombrada porque todos los vecinos le compraron los
pimentones, decidió que debía sembrar otras plantas que también dieran frutos
en corto tiempo. Le comentó a sus padres la idea que tenía, la cual aprobaron y
le ofrecieron todo el apoyo que necesitaba. Le recomendaron documentarse sobre
la manera de organizar un huerto y cuales especies sembrar de acuerdo al tipo
de clima y de suelo.
Al día siguiente, Maricia fue a la biblioteca del
colegio y desde ese momento, en sus ratos libres se ocupaba de investigar sobre
el tema. Muy pronto y con la ayuda de su profesora de biología, Maricia aprendió
que plantas sembrar, y como combinarlas, así como también cuales eran los
mejores meses para la siembra. Escogió plantar en el huerto, lechuga, coliflor, cebollas y
zanahorias por que crecían en el mismo tipo de suelo, sin olvidar continuar sembrando
los pimentones que tanto gustaban a los vecinos. Junto a ellos, sembraría también
algunas maticas de ají dulce.
Con la ayuda de la familia, muy pronto tuvieron un
hermoso huerto, al que le dieron por nombre “el huerto de Maricia” y de donde
obtenían vegetales frescos, no solo para la venta sino también para consumir en la casa. Maricia aprendió
desde joven a ganarse sus propios ingresos.
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