miércoles, 5 de mayo de 2021

 

EN LOMO DEL CABALLO 

 

No sabía montar a caballo, pero era osada; años atrás  había ocurrido el primer episodio con estos inteligentes cuadrúpedos. 

  En una excursión organizada por el colegio de monjas donde estudiaba, llegamos a una hacienda grande, éramos solo niñas en edad de diversión y aventuras. Al lugar donde estábamos todas reunidas, llevaron un hermoso caballo blanco, supuse que lo hicieron para que lo montáramos, puesto que estaba ensillado. Ninguna niña se atrevía a montarlo, unas por tímidas, otras por temerosas, sin embargo hubo una audaz que se atrevió a montarlo. - ¿Se imaginan quien tuvo el valor?, acertaron, porque fui yo la valiente. 

Sin pensarlo me subí al caballo, me agarre de las riendas y enseguida el caballo levanto las dos patas delanteras y la valerosa niña se convirtió en una asustadísima criatura, que gritaba a todo pulmón. Todos la rodearon, sujetaron al anima y bajaron a la jineta que temblaba como una gelatina. Transcurrieron varios años, el incidente paso al olvido y yo, me había convertido en una adolescente. 

Una tarde de verano se apareció en la casa un amigo montando un caballo y traía otro sujetado a la rienda, toda emocionada decidí dar una cabalgata alrededor de la cuadraCabalgábamos en los dos caballos uno al lado del otro conversando tranquilamente, cuando de repente el caballo que montaba mi amigo empezó a correr en dirección hacia la avenida. Me imagine en fracciones de segundo galopando en la avenida intercomunal por donde circulaban a gran velocidad automóviles y camiones. Previendo el peligro, logre que el caballo cruzara a la derecha e inmediatamente me lance del caballo que corrió en dirección opuesta para seguir al otro. Unos vecinos al verme en el pavimento corrieron a auxiliarme, afortunadamente y gracias a Dios, solo tuve unos raspones y un fuerte golpe en la rodilla izquierda. 

Llegue a la casa cojeando, donde mi familia esperaba que llegar la jineta en lomo del caballo. 

 

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