lunes, 26 de octubre de 2015


LAS GALLINITAS DE LA CIENAGA

Cerca de la casa había una ciénaga de agua dulce donde se veía por temporadas diversos tipos de aves acuáticas. Se preguntaran, que es una ciénaga. Les explico: una ciénaga o pantano de agua dulce es un espacio de agua, como un laguito en donde hay diversas plantas, unas sumergidas y otras que flotan sobre el agua.
          Muchas aves marinas anidan en esos pantanos, colocan sus nidos escondidos entre los matorrales y cuando las crías crecen, regresan a sus lugares de origen.  Hay otro tipo de animales que habitan en las ciénagas como ranas, insectos  y por supuesto peces pequeños.
          Este cuento trata de una pareja de gallinitas de ciénaga, que habitaban perennemente en el pantano. Durante la temporada de verano, quedaban prácticamente solas, acompañadas de los pequeños peces que allí vivían. Las gallinitas o gallitos de ciénaga, como también se les conoce, nacieron en el pantano y cuando sus padres emigraron, prefirieron quedarse porque les gustaba mucho el lugar.
Ese pantano era el hábitat ideal para su especie, pues había suficiente alimento, la temperatura era agradable y además podían refugiarse entre los juncos o tules que eran las plantas acuáticas que más abundaban en el pantano. Cuando las gallinitas de ciénaga se hicieron adultos tuvieron sus primeros polluelos. Eran muy hermosos, al igual que sus  padres tenían el pico rojo, el cual contrastaba con el color oscuro del cuerpo y las patas amarillas.
Las gallinitas de ciénaga se convirtieron en unos excelentes padres, cuidaban bien a sus crías y los alimentaron  hasta que crecieron.
El primer susto que pasaron las gallinitas fue la vez que vieron a un águila pescadora sobrevolando la ciénaga, afortunadamente la gallinita macho lo vio con tiempo suficiente para avisarle a la gallinita mamá quien rápidamente reunió a sus polluelos y se ocultaron entre los juncos. Por eso, a las gallinitas les encantaban los juncos, porque además de que eran unas  plantas de tallo redondo con hojas similares a las del pasto de un hermoso color verde intenso que podían  crecer hasta unos tres metros de alto, los ocultaban de aves rapaces que quisieran comérselos.
En otra ocasión, llego de visita a la ciénaga un ibis. Los polluelos se asustaron porque era la primera vez que veían un ave con el cuello  largo  y el pico  curvado hacia abajo. Era muy extraño. Las gallinitas de ciénaga observaron al ibis con detenimiento y pudieron darse cuenta que estaba sondeando el barro para obtener comida. Luego de comer, el ibis se alejó de la ciénaga.
A medida que crecían, los polluelos iban conociendo las diferentes especies de aves acuáticas que llegaban al pantano en busca de agua o alimento. Vieron flamencos, garzas y espátulas rosadas, entre otras aves.
          Un día la gallinita macho había ido al otro lado de la ciénaga a buscar alimento, y la gallinita mama se había quedado con los polluelos en la parte donde tenían su nido. Se encontraban quietecitos descansando, luego de haber nadado un buen rato, cuando se les acerco un cuervo que había llegado a beber un poco de agua.
        Los polluelos lo miraban detenidamente, porque en nada se parecía a las otras aves que ellos habían visto anteriormente. Tenía el  pico y las  patas diferentes, pensaban que esa ave no podría nadar en el estanque.
         El cuervo se dirigió a la gallinita mama preguntándole si vivía sola. La gallinita le respondió que no estaba sola, que la gallinita papa estaba cerca, que no tardaría en llegar. Sin embargo, la gallinita mama se mantenía pendiente del cuervo, por si acaso este se acercaba a los polluelos.
       El cuervo le hizo varias preguntas, indagando como era la vida en la ciénaga, y hasta le aconsejo que tratara de conocer otros pantanos o laguitos. La gallinita madre no confiaba en el cuervo, tampoco le gustaba que la interrogara tanto.
        La gallinita mama desconocía que los cuervos son conocidos por robar y ocultar objetos brillantes como guijarros, trozos de metal y pelotas de golf, tal vez por su parecido con huevos. En efecto, el cuervo quería alcanzar unos trozos de metal que había divisado desde lo alto, los cuales estaban cercanos al nido.
       Cuando el cuervo empezaba a acercarse disimuladamente al nido, llego la gallinita papa, y de manera decidida increpa al cuervo, quien de inmediato se alejó volando.
      Así transcurría la vida de las gallinitas de ciénaga, siempre  cuidando sus polluelos, alimentándolos y enseñándoles a cuidarse de animales rapaces.








domingo, 25 de octubre de 2015

PAULA LA TORTUGUITA

Paula es una tortuguita muy amigable, se convirtió en adulta cuando cumplió nueve años, ahorita ya tiene quince. Vive en un hermoso bosque tropical, donde puede conseguir las verduras y frutas que son su alimento favorito, también le gustan las larvas, los caracoles y los insectos pequeños.
Pasa los días yendo lentamente de un lado a otro del bosque, sin alejarse de la madriguera donde duerme por las noches. Al despertarse por la mañana, lo primero que hace es buscar un lugar abierto donde pueda recibir los rayos del sol para sentirse calientita.
Una mañana Paula se encontraba tomando baños de sol, cuando vio unas maripositas que antes no había visto en el bosque. Las mariposas se le acercaron y empezaron a revolotear a su alrededor. Paula las saludó porque quería ser amiga de ellas.
-Nosotras somos nuevas en este bosque- dijo una de las mariposas. En realidad, estamos recién nacidas.
-Que interesante- respondió Paula, en cambio yo tengo quince años y espero poder llegar a tener cincuenta.
-Wow!- Respondieron a coro las maripositas.- Eso sí que es una larga vida-.
-Mi mama pronto cumplirá un mes, ya está muy anciana. Ese es el tiempo de vida de nosotras las mariposas tropicales.
-Bueno, respondió Paula, no nos preocupemos por el tiempo de vida, mejor juguemos.
Las maripositas estuvieron de acuerdo con Paula, la tortuguita. Se pusieron a jugar, las maripositas volaban alrededor de las flores, mientras Paula buscaba pequeños insectos para comer.
Así pasaban los días, Paula tenía la compañía de las mariposas, quienes, cuando le tuvieron más confianza, le pidieron que les permitiera beber algunas de sus lágrimas para  obtener un poco de sodio, muy necesario para la salud de ellas. La tortuga les permitió que bebieran de sus lágrimas porque ella tiene suficiente sodio en su cuerpo.
Las mariposas le agradecieron la ayuda, que en forma desinteresada les da cada día. Siguen y seguirán siendo amigas hasta el final de sus días.



sábado, 24 de octubre de 2015


LA IGUANITA VERDIN

Nachito quería tener su propia mascota,  su hermano tenía una cachorra que compartía con él, pero para Nacho, no era suficiente. El detalle era la dificultad que tenia de adquirir una mascota propia, pues la mama le había dicho que no aceptaría otro perro en la casa. Así que Nacho ya se había resignado a tener una mascota compartida con su hermano.
Una tarde se encontraba jugando en la terraza de la casa, a la cual llegaban varias ramas de los árboles del terreno de al lado, cuando de repente vio caer una pequeña iguanita. Con gran rapidez, la  agarro con mucho cuidado antes de que pudiese huir.
Se notaba que era una iguanita recién nacida, muy linda de color verde, como las hojas del árbol vecino. A Nacho, le gusto la iguanita y bajo a enseñársela a su hermano, pues había decidido tenerla como  mascota.
Mientras buscaba a su hermano, iba pensando que nombre le daría, tendría que estar relacionado con el color de la piel. -¿Verdosa?, ¿Verdura? este no porque parecería ensalada. Verdín, ese si me gusta.
Al hermano le pareció que sería una buena mascota y estuvo de acuerdo con llamarla verdín. Ahora tendrían que pensar donde la podrían tener. Debería ser en un lugar donde Luna, la cachorra no la pudiera agarrar, porque le podría hacer daño. Buscaron una caja alta, para que no pudiera salirse, le colocaron varias hojas y agua.
Durante el día, colocaban la caja en un lugar alto, cerca de donde ellos estuvieran y en las noches, la metían en el dormitorio que ambos compartían.

Nacho estaba feliz con su mascota, la cuidaba, le ponía comida y hasta fotos le tomó. Pero como era de esperarse, un buen día cuando Nacho se despertó, al revisar la caja donde mantenía a Verdín, noto que estaba vacía, la iguanita había desaparecido. Se puso muy triste, pero su hermano le dijo que Verdín había crecido y como las iguanas andan por las ramas de los árboles, donde se trepan, le había sido fácil, escaparse de la caja. Además le dijo, Verdín estará más feliz libre en la naturaleza. 

viernes, 23 de octubre de 2015


LA GUANTERA MAGICA


A todos los amiguitos de Zenaida, mi vecina, y a mí, nos gusta visitarla  porque tiene una mama muy chévere. Es una señora muy simpática, alegre. Siempre esta sonriente. Cuando vamos a su casa nos ofrece leche y galletas. También nos cuenta historias que nos divierte, pero lo mejor que tiene, es una guantera mágica.
Te diré porque es mágica. Un día fuimos Zenaida, su mamá, la mía y yo, para una fiesta de cumpleaños de un amiguito. Cuando íbamos en la camioneta para el lugar donde era la fiesta, se soltó un botón de mi camisa. Mi mamá lo consiguió  pero no tenía como coserlo de nuevo, entonces la mamá de Zenaida le  dijo:- Despreocúpate, busca en esta guantera, ahí debo tener hilo y aguja. Mi mama buscó y efectivamente, consiguió el hilo y la aguja que necesitaba para pegar el botón de la camisa.
Otro día, Zenaida y su mamá, vinieron a mi casa porque íbamos al parque cercano, en bicicleta. Las mamas y los papas también iban en bicicleta. Íbamos en línea, unos detrás de otros. Llegamos al parque, dimos varias vueltas, luego nos detuvimos a descansar un rato y a tomar una merienda. A mi primo Rubén, se le soltó la cadena de la bicicleta, su papa necesitaba un alicate para ajustar una tuerca y como siempre, la mama de Zenaida fue y buscó en la guantera de su camioneta y Zuas! como por arte de magia encontró  un alicate.
Otro día, estábamos haciendo la compra de víveres. A mi mama, se le descargó el celular y había olvidado el cargador del teléfono, buscamos en la guantera de la camioneta y allí había uno que le quedaba perfecto al celular.
Cualquier cosa que se necesita en caso de emergencia, se consigue en la guantera de la camioneta. Por eso siempre decimos que la guantera de la mamá de Zenaida es mágica.




miércoles, 21 de octubre de 2015

EL HUERTO DE MARICIA

Maricia era una niña muy amigable y conversadora. Cuando empezó a ir a la escuela veía que muchas de sus compañeritas, siempre tenían dinero para comprar golosinas en la cantina escolar. Ella, por el contrario llevaba su lonchera, en la cual guardaba un emparedado y una fruta. El desayuno era bien balanceado y nutritivo, pero ella suspiraba y deseaba tener, como comprar golosinas.
Cada día se repetía la historia, y Maricia anhelaba disponer de unas moneditas con que comprar lo que le provocara. Se lo comenta a su amiguita Indira, quien le sugiere buscar la manera de ganar dinero. Entre las dos empiezan a pensar como generar ingresos. Lo primero que se les ocurrió fue vender limonada, pero se preguntaron: ¿dónde la prepararían? , ya que vivían muy lejos una de la otra. Además se preguntaron: ¿dónde la venderían?, ¿la podrían vender en la escuela?, ¿cómo la transportarían hasta allá?.  
Después de tanto pensar y discutir entre las dos, decidieron que debían buscar otra forma de ganar dinero. Así pasaron varias semanas, hasta que un día Indira fue a la casa de Maricia para hacer una tarea conjunta.
Indira no conocía la casa de Maricia y quedo gratamente sorprendida con el patio de la casa, pues había muchas plantas y animalitos domésticos. Había una jaula grande con aves diversas, dos perritos y hasta patos. Indira le dice – Maricia, podemos vender los pichones de pajaritos. Maricia, se ríe y le responde –Indira, esos pájaros son de mi papa, él no me dejaría venderlos, además tendríamos que esperar mucho tiempo para que saquen pichones, lo cual tampoco es seguro que ocurra.
Esa noche, Maricia se acostó pensando y pensando, de repente se le ocurrió una gran idea. Esa tarde que Indira la visito, observo que las plantas de pimentón que su papa  había sembrado,  ya empezaban a dar pimentoncitos. Esperó varios días que estuvieran de buen tamaño. Cuando estuvieron listos, los empacó en bolsitas y fue  de casa en casa para vendérselos  a los vecinos.
Asombrada porque todos los vecinos le compraron los pimentones, decidió que debía sembrar otras plantas que también dieran frutos en corto tiempo. Le comentó a sus padres la idea que tenía, la cual aprobaron y le ofrecieron todo el apoyo que necesitaba. Le recomendaron documentarse sobre la manera de organizar un huerto y cuales especies sembrar de acuerdo al tipo de clima y de suelo.
Al día siguiente, Maricia fue a la biblioteca del colegio y desde ese momento, en sus ratos libres se ocupaba de investigar sobre el tema. Muy pronto y con la ayuda de su profesora de biología, Maricia aprendió que plantas sembrar, y como combinarlas, así como también cuales eran los mejores meses para la siembra. Escogió plantar  en el huerto, lechuga, coliflor, cebollas y zanahorias por que crecían en el mismo tipo de suelo, sin olvidar continuar sembrando los pimentones que tanto gustaban a los vecinos. Junto a ellos, sembraría también algunas maticas de ají dulce.

Con la ayuda de la familia, muy pronto tuvieron un hermoso huerto, al que le dieron por nombre “el huerto de Maricia” y de donde obtenían vegetales frescos, no solo para la venta sino también  para consumir en la casa. Maricia aprendió desde joven a ganarse sus propios ingresos.

lunes, 19 de octubre de 2015

ARLEQUIN EL BAILARIN

Este era un perrito muy querido y cuidado por su dueña, una niña adolescente, cuyos ratos libres los dedicaba a entrenar a su pequeño poodle. Al cachorrito, como buen poodle le gustaba estar en movimiento, para canalizar su energía.
Arlequín, llamado así por la combinación de colores de su pelo, blanco y marrón, esperaba pacientemente la llegada de su dueña. Parecía tener un reloj en su cuerpecito, pues cerca de las tres de la tarde, hora en que Carmencita regresaba del colegio, Arlequín se echaba frente a la puerta de entrada a esperarla.
            Al sentir el sonido del bus escolar, Arlequín levantaba sus orejitas y movía la colita, movimientos corporales que demostraban la alegría que sentía cuando llegaba su amiga. Dicen que los perros se asemejan a sus dueños, en este caso era cierto, porque Arlequín y Carmencita se parecían en la sociabilidad y alegría.
            Al abrirse la puerta de entrada a la casa, Arlequín brincaba a los brazos de Carmencita, quien lo abrazaba y acariciaba. Después de un largo rato,  colocaba a Arlequín en el piso, quien la seguía por toda la casa. Generalmente, se dirigía a la cocina, lavaba sus manos y se sentaba a comer alguna fruta y a beber agua. Arlequín también bebía agua del envase que Carmencita le tenía al lado de la puerta de la cocina; después seguía a la jovencita hasta su habitación, donde se cambiaba el uniforme escolar por ropa cómoda para realizar ambos, los ejercicios de entrenamiento.
            La rutina consistía en hacer movimientos de baile, al compás de la música. Esta rutina diaria era premiada y Arlequín recibía  sus galletas favoritas al finalizar el entrenamiento. Luego Carmencita lo sacaba a dar un paseo por el vecindario.
            Carmencita estaba muy orgullosa de su mascota porque Arlequín era muy inteligente y aprendía rápido todas las gracias que ella le enseñaba. Cuando salían  de paseo caminaba a su lado. En el parque ella le lanzaba una pelota que en forma muy rápida el cachorrito atrapaba.
            Al regresar a la casa, Arlequin se echaba al lado del escritorio donde Carmencita se sentaba a realizar sus tareas escolares. El cachorrito sabía que el tiempo de jugar había finalizado, por lo tanto tranquilito aprovechaba de descansar, mientras ella estudiaba.
            Cuando sus amigas la visitaban, Carmencita  y Arlequín hacían una demostración de los pasos de baile que había aprendido, ellas  se sorprendían de la inteligencia y la precisión de los movimientos danzantes de Arlequín al compás de la música. Siempre decían que Arlequín era un poodle bailarín.









jueves, 15 de octubre de 2015

ARLEQUIN EL BAILARIN
Este era un perrito muy querido y cuidado por su dueña, una niña adolescente, cuyos ratos libres los dedicaba a entrenar a su pequeño poodle. Al cachorrito, como buen poodle le gustaba estar en movimiento, para canalizar su energía.
Arlequín, llamado así por la combinación de colores de su pelo, blanco y marrón, esperaba pacientemente la llegada de su dueña. Parecía tener un reloj en su cuerpecito, pues cerca de las tres de la tarde, hora en que Carmencita regresaba del colegio, Arlequín se echaba frente a la puerta de entrada a esperarla.
            Al sentir el sonido del bus escolar, Arlequín levantaba sus orejitas y movía la colita, movimientos corporales que demostraban la alegría que sentía cuando llegaba su amiga. Dicen que los perros se asemejan a sus dueños, en este caso era cierto, porque Arlequín y Carmencita se parecían en la sociabilidad y alegría.
            Al abrirse la puerta de entrada a la casa, Arlequín brincaba a los brazos de Carmencita, quien lo abrazaba y acariciaba. Después de un largo rato,  colocaba a Arlequín en el piso, quien la seguía por toda la casa. Generalmente, se dirigía a la cocina, lavaba sus manos y se sentaba a comer alguna fruta y a beber agua. Arlequín también bebía agua del envase que Carmencita le tenía al lado de la puerta de la cocina; después seguía a la jovencita hasta su habitación, donde se cambiaba el uniforme escolar por ropa cómoda para realizar ambos, los ejercicios de entrenamiento.

            La rutina consistía en hacer movimientos de baile, al compás de la música. Esta rutina diaria era premiada y Arlequín recibía  sus galletas favoritas al finalizar el entrenamiento. Luego Carmencita lo sacaba a dar un paseo por el vecindario.La rutina consistía en hacer movimientos de baile, al compás de la música. Esta rutina diaria era premiada y Arlequín recibía  sus galletas favoritas al finalizar el entrenamiento. Luego Carmencita lo sacaba a dar un paseo por el vecindario.
            Carmencita estaba muy orgullosa de su mascota porque Arlequín era muy inteligente y aprendía rápido todas las gracias que ella le enseñaba. Cuando salían  de paseo caminaba a su lado. En el parque ella le lanzaba una pelota que en forma muy rápida el cachorrito atrapaba.
            Al regresar a la casa, Arlequin se echaba al lado del escritorio donde Carmencita se sentaba a realizar sus tareas escolares. El cachorrito sabía que el tiempo de jugar había finalizado, por lo tanto tranquilito aprovechaba de descansar, mientras ella estudiaba.
            Cuando sus amigas la visitaban, Carmencita  y Arlequín hacían una demostración de los pasos de baile que había aprendido, ellas  se sorprendían de la inteligencia y la precisión de los movimientos danzantes de Arlequín al compás de la música. Siempre decían que Arlequín era un poodle bailarín.

 El Saltaba y brincaba de un lado a otro, pero de pronto se golpeo una patica e inmediatamente comenzo a cojear. El cuidador al percatarse de lo ocurrido, corrió a buscar al cabrito  y lo metió en una parte del corral, donde no podía estar cerca de los niños y menos podían acariciarlo. Chocolate, se puso muy triste y se pegaba como podía, a la cerca de madera que lo separaba de los niños visitantes. Chocolate manifestaba su tristeza balando. 
El aislamiento de Chocolate, el cabrito del zoológico de contacto, duró solo una semana, tiempo suficiente para que su patica se recuperara, pero a Chocolate le pareció una eternidad

Chocolate permaneció en el parque hasta que creció y tuvo su mayoría de edad, cuando  lo llevaron de vuelta a la granja donde nació, pero Chocolate nunca olvidó los felices días que permaneció en el zoológico de contacto.








Continuacion del cuento " El cabrito amistoso"

El parque disponía de varios senderos, a lo largo de ellos había estanques y laguitos con peces de diversos colores y tamaños. Las personas que asistían al parque se deleitaban contemplando la vegetación y los peces y tortuguitas que vivían en los laguitos.



Pero el lugar favorito de los niños que acudían al parque era el mini zoológico de contacto. Este consistía en un pequeño espacio, en el cual siempre había pequeños animales de granja

 Un día domingo en el que muchos niños estaban de visita (con sus respectivas familias  por supuesto) los animalitos que se encontraban en el mini zoológico de contacto, eran unos chivitos pequeñitos, a ellos también se les denomina cabritos. Los chivitos estaban muy contentos de ver tantos niños y uno de ellos, que llamaremos chocolate por unas manchas marrones que tenía, estaba tan alegre que empezó a dar saltos.








Había un parque hermoso con muchos árboles de diferentes tipos, que daban mucha sombra porque eran frondosos, al que asistían muchas personas, especialmente niñas y niños con su familia.


Se podían apreciar plantas  tropicales exóticas, también  había palmeras  y cipreses, entre otras especies.   El paisaje incluía arroyos naturales , laguitos  y cuevas.


miércoles, 14 de octubre de 2015

Motivacion

?Porque escribir?

Cuando se logra una meta, es importante plantearse una nueva. Parafraseando al Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, hay que vivir activo, mantener las ilusiones y no convertirse en una estatua en vida. Luego de retirarme como docente, ademas de compartir con mis nietos, decidi dedicarme a pintar y a escribir: dos actividades que me apasionan. Despues de pensarlo, considere que la manera de hacerlo en estos momentos de auge de las redes,es mediante un blog. Espero compartir mis escritos y relatos con otras personas, que tal vez se han planteado nuevas ilusiones.