miércoles, 21 de octubre de 2015

EL HUERTO DE MARICIA

Maricia era una niña muy amigable y conversadora. Cuando empezó a ir a la escuela veía que muchas de sus compañeritas, siempre tenían dinero para comprar golosinas en la cantina escolar. Ella, por el contrario llevaba su lonchera, en la cual guardaba un emparedado y una fruta. El desayuno era bien balanceado y nutritivo, pero ella suspiraba y deseaba tener, como comprar golosinas.
Cada día se repetía la historia, y Maricia anhelaba disponer de unas moneditas con que comprar lo que le provocara. Se lo comenta a su amiguita Indira, quien le sugiere buscar la manera de ganar dinero. Entre las dos empiezan a pensar como generar ingresos. Lo primero que se les ocurrió fue vender limonada, pero se preguntaron: ¿dónde la prepararían? , ya que vivían muy lejos una de la otra. Además se preguntaron: ¿dónde la venderían?, ¿la podrían vender en la escuela?, ¿cómo la transportarían hasta allá?.  
Después de tanto pensar y discutir entre las dos, decidieron que debían buscar otra forma de ganar dinero. Así pasaron varias semanas, hasta que un día Indira fue a la casa de Maricia para hacer una tarea conjunta.
Indira no conocía la casa de Maricia y quedo gratamente sorprendida con el patio de la casa, pues había muchas plantas y animalitos domésticos. Había una jaula grande con aves diversas, dos perritos y hasta patos. Indira le dice – Maricia, podemos vender los pichones de pajaritos. Maricia, se ríe y le responde –Indira, esos pájaros son de mi papa, él no me dejaría venderlos, además tendríamos que esperar mucho tiempo para que saquen pichones, lo cual tampoco es seguro que ocurra.
Esa noche, Maricia se acostó pensando y pensando, de repente se le ocurrió una gran idea. Esa tarde que Indira la visito, observo que las plantas de pimentón que su papa  había sembrado,  ya empezaban a dar pimentoncitos. Esperó varios días que estuvieran de buen tamaño. Cuando estuvieron listos, los empacó en bolsitas y fue  de casa en casa para vendérselos  a los vecinos.
Asombrada porque todos los vecinos le compraron los pimentones, decidió que debía sembrar otras plantas que también dieran frutos en corto tiempo. Le comentó a sus padres la idea que tenía, la cual aprobaron y le ofrecieron todo el apoyo que necesitaba. Le recomendaron documentarse sobre la manera de organizar un huerto y cuales especies sembrar de acuerdo al tipo de clima y de suelo.
Al día siguiente, Maricia fue a la biblioteca del colegio y desde ese momento, en sus ratos libres se ocupaba de investigar sobre el tema. Muy pronto y con la ayuda de su profesora de biología, Maricia aprendió que plantas sembrar, y como combinarlas, así como también cuales eran los mejores meses para la siembra. Escogió plantar  en el huerto, lechuga, coliflor, cebollas y zanahorias por que crecían en el mismo tipo de suelo, sin olvidar continuar sembrando los pimentones que tanto gustaban a los vecinos. Junto a ellos, sembraría también algunas maticas de ají dulce.

Con la ayuda de la familia, muy pronto tuvieron un hermoso huerto, al que le dieron por nombre “el huerto de Maricia” y de donde obtenían vegetales frescos, no solo para la venta sino también  para consumir en la casa. Maricia aprendió desde joven a ganarse sus propios ingresos.

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